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Mostrando las entradas de 2007

De regreso a casa

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Hace un rato fuimos a enterrar a Papá al pie del árbol donde está su cordón umbilical; así es como se acostumbra por estos lugares. Cuando él nació, enterraron su pedazo de carne junto a un árbol que entonces era apenas un retoño, así su vida nunca estaría separada de la tierra. Ahora el árbol es muy alto y da una sombra muy amplia que parece querer tragarse todo el campo. Un día comenzó a ponerse mal, estaba muy flaco y muy pálido. Nosotros le hacíamos jugo de naranja para que se mejorara, pero no mejoró y se fue desapareciendo de a poco hasta que terminó en la cama sin poder levantarse. Casi nadie asistió al entierro, sólo nosotros y unos de sus hermanos que ponían caras como de tristeza, pero yo sé que no era tristeza lo que sentían y es que una vez mi Papá me defendió de ellos, porqué mis primos me estaban fastidiando, y como yo no me aguato, les di unas pedradas y le saqué la sangre a uno de ellos. Me acuerdo que todos gritaban y querían que me castigara pero él no les dio el gust

Manos comprometidas.

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La luna transparente, mordiendo la roja loma antes del anochecer. Una nerviosa mano atraviesa trémula las falanges de la compañera que con ansiedad no deja ir, ni dejará. El rítmico estremecimiento del camión de la corrida de las seis de la tarde. Adelante, las siluetas de autómatas que realizan viajes a parajes no explorados, a sus recuerdos y en sus soledades olvidan el movimiento al sur y la serpentina entre la aridez de los montes. El anochecer y el sonido repetido de las junturas y los chirridos del autobús; la mano asida a la del compañero con inquietud, más que un gesto de cariño o siquiera de apego, se ve entre los asientos como una expresión torpe ante un futuro que se torna inminente. El autobús parece avanzar y las comprometidas manos comunican en su lucha el camino hacia la fatalidad de un interminable barranco. La música de fondo, apenas audible y en sordina, suena melancólica y vulgar. No alcanzas a ver sus rostros a tu derecha y una fila atrás. Las voces son un tanto más

POLVO DEL CAMINO

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He venido para sentarme contigo en el zaguán iluminado por el quinqué. Me tomaste a un lado del camino, mientras yo jugaba a ser una sombra alargada al atardecer, que mira la roja loma al morir del día. Mientras caminábamos a casa dijiste que nuestra presencia es un hilo de nostalgia que sale lentamente por en medio del pecho. Ahora ha anochecido con un cielo de estrellas cercanas, me sacudo el polvo del camino y hago tronar mis pasos en la entrada. Tú padre, te sientas pesadamente en la piedra acostumbrada y con la espalda contra la pared, mientras alargas un largo resuello que intenta reconfortarte. Ahora en nuestras conversaciones nocturnas me gusta más asentir con pesados silencios, entre las calmas de las conversaciones. Me recuesto en la silla que colocaste para mí y veo directamente el fondo del cielo nocturno, hasta dejarme caer en sus simas. Aquí, en ésta noche, el aire es más claro y menos denso. Me preguntas que cómo me va ahora que estoy tan lejos, y yo comienzo a platicart

Último Naciente.

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Turn off your mind relax and float down the stream It is not dying, it is not dying Lay down all thoughts, surrender to the void it is shining, it is shining J.W.L. Fueron muy extrañas las condiciones en las que las expediciones desaparecieron una tras otra. Por eso estoy en estos espectrales parajes, donde los rayos del sol no han tocado jamás el lecho del bosque. Siento que nunca ha sido escuchada en estas latitudes la voz humana, y paro mi monólogo por considerarlo sacrílego en la catedral del bosque. Sombras me acompañan y acosan a lo largo del viaje, mordiendo mis tobillos y aferrando mi nuca con su fría cerrazón. He caminado varias semanas para encontrar sólo reducidos y modestos rastros; en un principio, sólamente encontré informaciones imprecisas y lacónicas de los habitantes de las villas que hace mucho tiempo he dejado atrás, internándome en las profundidades de la montaña. Otras veces, mensajes sin sentido en pedazos viejos de papel, que sin duda corresponden a aquel a quié